5/15/2008

VAMOS CON TODO¡¡



Vamos con todo!
Redacción / Edmundo Meza

El grito se quedó contenido. Un gol que nunca cayó.
Aquí no cabe ni un alfiler. Es la puerta cinco. La que está repleta de policías, de hinchas, de aficionados de pie, amontonados en los túneles porque rellenaron el estadio. La casa de la fiera luce pletórica. No cabe ni un alma más. Está a reventar.
Aquí se comparten entre la porra de ‘Los de Arriba’ los cigarros que se rolan de mano en mano, hasta que se acaban. No espantan los nervios, pero al menos entretienen un rato. Porque el León no. Es el primer tiempo y el equipo no juega a nada.
El León está adormilado.
Desde que salió del vestidor juega a un ritmo más lento que su rival, no hilvana jugadas, reparte pases imprecisos, y desperdicia balones que despiertan la ira de la afición.
Otra vez no’, se repite jalándose de los cabellos un aficionado una y otra vez, como si ya anticipara el final de la película. Una historia que parece de terror, porque es un fantasma que no deja al León en paz en el infierno de la Primera ‘A’.
“Me gasté el chivo para venir aquí”, grita desesperado Sergio Torres, porque el Dorados muerde desde el campo de los esmeraldas para robar balones.

La megabandera quedó bien cocida, la extendieron cuando el árbitro pitó el inicio del encuentro, y ahora la tienen hasta la cima del estadio. Donde aquí no llegan las cervezas porque los despachadores no pueden pasar, ni el de las semillas.

“Ya me voy con mi vieja mejor, ya van a empezar otra vez”, dice enojado Roberto Martínez, que se jala la playera blanca del León y patalea contra el cemento de la gradería en berrinche porque Dorados tiene más idea y dominio del esférico.

La afición trata de despertar con porras a su equipo que sigue dormido. Hasta que el primer gol cae bajo los tres palos de la puerta de Éder Patiño.
Nadie habla.
Y cinco minutos después, la maldición vuelve a caer.
Los dos goles del Dorados caen como balde de agua fría, como una ligera llovizna que amenaza en convertirse en aguacero y que amenaza con relámpagos. La historia parece repetirse.
Una música de viento se deja sentir en el estadio. Es la rechifla de la afición. El arquero sale a regañar al cuadro bajo porque se están dejando unos huecos enormes.
Un niño se aferra el enmallado y unas lágrimas le parecen correr. Otro besa un escapulario, y otro comienza una pequeña oración, para pedirle a Dios que componga milagrosamente el marcador.
El profe Sergio Bueno, está tan enojado que se sale de su área chica y casi se mete al campo dando indicaciones a sus jugadores, que no arreglan el juego.
Casi al final del primer tiempo el León empieza a tomar las riendas del juego, pero la afición ya es un manojo de nervios porque no se le ve por dónde.
“Si no ganan invadimos la cancha”, grita en tono burlón, José Ramírez, de 35 años, ataviado con una vieja playera del León descolorida, que ha perdido casi el color esmeralda hace mucho tiempo. Pero al menos, causa en un sector de las gradas de la puerta 5.
El silbatazo final del primer tiempo suena a la par de los chiflidos.
Para el segundo tiempo, el León parece decidido a revertir la situación. No queda más.
El cuadro verde araña cada jugada y asfixia a su enemigo, el verdugo de otros partidos de ascenso. El que lo ha dejado en el camino. El León quiere venganza y se la cobra pronto.
El primer gol cae y el estadio es la locura. Desde lo más alto los hinchas despliegan es estandarte esmeralda y la afición rompe en la euforia.
“Ahora sí, ¡vamos con todo!, cuídenme la bandera, por favor no la vayan a romper”, grita desesperado Miguel Estrada, de 32 años.
Y cinco minutos después, el empate cae y estalla el estadio en una sola voz, que pinta de banderas las tribunas. El León parece decidido a más.
Los últimos 20 minutos, es dueño de las acciones. Pero no. El gol no llega.
“Nomás uno Virgencita y nos vamos”, dice besándose las manos un aficionado.
Casi al final, el Jorge ‘El Negro’ Almirón tiene una oportunidad de vestirse de héroe, pero su disparo sale desviado.
Tres detenidos en la tribuna de la puerta cinco y un grito de gol ahogado que no llegó

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